24 de noviembre de 2009

2012

Para los que están convencidos que Darwin tenía razón y que verdaderamente no fuimos creados por Dios, sino que somos orangutanes enchulados, les quiero confesar que encontré una razón mas para negar esta teoría. Descubrí que los primates son muy asquientos. No soportan ver monos peleando y se apartan rápidamente del conflicto. Huyen del fuego, de los disparos, y se aburren rápidamente de mirar la miseria primate.

Exactamente al revés de los humanos. Si fuéramos primates, no asistiríamos a ver la película sensación del momento: 2012

Pero como somos humanos, llenamos el cine. En pocas palabras, el film expone una tragedia mundial y planetaria sin ninguna salida donde, salvo unos centenares de personas, todo y todos mueren horriblemente. El festival de la muerte, la destrucción, el caos a pantalla gigante. Para colmo en stéreo. O sea que no solo vemos, sino que lo oímos clarito. En dos oportunidades me quise salir de la sala. Pero me dio vergüenza. Incluso pensé en decir a toda boca ¡Voy al baño! Y luego escabullirme. Pero me quedé. Porque soy humano. Un mono se habría arrancado a los cinco minutos del cine. Yo no.

Quedé admirado del espíritu sado-masoquista del público. Incluso, luego de ver a toda la humanidad convertida en cuerpos mutilados y aplastados, algunos aplaudieron al final. El colmo.

En todo caso, un gran film en lo artístico. Pero absolutamente prohibido para cualquiera que tenga depresión...

Llego a la casa y pongo las noticias y entonces entiendo porqué la gente aplaude al final de 2012. Porque se da cuenta que eso es una película nomás. Que no es verdad.

Pero nadie aplaude las noticias, los programas donde se muestra la amputación de una pierna, de un brazo, donde abren la barriga de una pobre señora, en plano cerrado, para sacarle un quiste. Donde se meten en las cárceles para hurgar en la mente y actos de un asesino en serie, o de un pedófilo. Donde nos meten (o intentan) meternos en el mundo de los travestis, de los traficantes, de los depravados de este mundo. Ahí si que nadie aplaude.

La mitad de las películas son de terror, de morbo-ficción, de brujería, de monstruos, donde la tiniebla se manifiesta a toda pantalla. Donde el sexo, la violencia y la maldad son los protagonistas.

A mi lado en 2012 estaban sentados unos niños, absortos con las imágenes. Son los mismos que después reciben de la televisión todos los contenidos negativos.

Los que luego están con pesadillas, trastornos conductuales, temores, depresiones, que muestran violencia con sus compañeros, rebelión con su familia. Los siquiatras se hacen millonarios. Las farmacias también. Se gastan (malgastan) la mitad del presupuesto del hogar en tratamientos para estrés, ansiolíticos, pastillas para dormir y otras para despertar.

¿Qué nos pasa, señores? Algo está pasando si nos hemos vuelto tan indiferentes. Parece que nos da igual el terremoto en Libia, nos resbalan los miles de asesinados en medio oriente. No nos conmueve la muerte de un niño por falta de un hígado. Hermanos que solo quieren provocar una guerra, trabajadores que tienen que salir a las calles para reclamar la mas elemental justicia. Inocentes en las cárceles y culpables en libertad. Algo está pasando. Algo grave, pero reversible. Al mundo le falta Dios. Mientras le demos la espalda, o lo confundamos con una religión, esto seguirá así. Mal. Muy mal. El ser humano no fue creado para vivir de esta manera. El hombre fué creado para vivir con Dios. Ese es el hombre que tendrá una vida con propósito. Con sentido. Una vida de paz y gozo. Nos pasa que hemos dejado a Dios fuera de nuestra sociedad.

Mientras tanto, me quedo mirando un documental donde unos monitos se abrazan y se quitan mutuamente los piojos. Por un instante pensé: ¡Quien como ellos!

Por Carlos Trujillo Cabrera – Pastor Iglesia Nueva Familia – El Mercurio de Antofagasta
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2 comentarios:

maria dijo...

MUY BUENO EL BLOG YA QUE CONTIENE INFORMACION DE MUCHOS PAISES...
http://templonuevoamanecer.blogspot.com/

Barbara dijo...

Aprendi com um professor que os macacos são uma degeneração de tempos muito antigos, da remota civilização AtLãntica e são degeneração pois são frutos da sexualidade degenerada entre homens e animais primatas.
A ciência nem chega perto disso.

Mas os seres humanos de hoje se contaminam sim, muito facilmente e criam pequenos diabos na mente e no ambiente.

Grata.