25 de agosto de 2008

Ministerio Nuevo Pacto – Nicaragua: La última semana de Jesús.

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"Cuando se cumplió el tiempo que ÉL había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén" (Lucas 9:51)

La última semana de nuestro Señor Jesucristo antes de su tremendo sacrificio en la cruz del calvario es también llamada Semana de la Pasión o Semana Santa.

En ella, nuestro Señor vivió intensamente sus últimos días como ser humano, soportó los más horribles sufrimientos y experimentó la muerte más dolorosa que ningún hombre ha sufrido jamás.

Sin embargo, para nosotros los creyentes en ÉL, aquella última semana del Señor representa la vida eterna. Lo que para ÉL fue la más grande ignominia, para nosotros es el más grande gozo; lo que para ÉL fue la más horrible muerte, para nosotros es la más dulce vida. Fue su pasión y muerte lo que a nosotros nos permite conocer la vida, la transformación del ser entero, vivir y gozar la inmensa misericordia de Dios, el perdón y limpieza total de todos nuestros pecados y poseer la más bendita Esperanza de que un día estaremos y reinaremos con ÉL por los siglos de los siglos.

¿Qué fue lo que pasó en la vida de nuestro Señor Jesucristo en aquella última semana?

Domingo.

1. La entrada triunfal en Jerusalén.

Este suceso se narra en los cuatro evangelios: Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:29-44 y Juan 12:12-19. El Señor lo hizo para cumplir la profecía de Zacarías 9:9; pero además para dejar bien claro que ÉL es el Rey, el Hijo de David y el Salvador que viene en el Nombre del Señor. En su gracia quiso dar a la ciudad santa de Jerusalén una última oportunidad de reconocerle como el Rey Mesías.

Jesús sale de Jerusalén y se va a Betania.

Lunes.

2. La maldición de la higuera estéril.

Lo cual se narra en Mateo 21:18-20 y en Marcos 11:12-14, 20-21.

Saliendo de Betania va camino a Jerusalén por el camino que pasa por el Monte de los Olivos y se encuentra con una higuera, se acerca a ella en busca de fruto, pero no lo halla y entonces la maldice diciendo: "nunca jamas nazca de ti fruto". Este hecho representa la reprobación que el Señor hizo de su pueblo Israel, representado por aquella higuera, el cual nunca dio fruto espiritual aceptable delante de Dios.

3. Purificación del templo.

Se narra en Mateo 21:12-13; Marcos 11:15-17; Lucas 19:45-46.

Aunque la descripción de Mateo parece situar esta limpieza el domingo después de su entrada triunfal, lo cierto es que fue el lunes por la mañana siguiendo la narración de Marcos; pero no se descarta que el Señor lo hiciera en las dos ocasiones.

Jesús echó fuera a los que vendían y compraban en el templo y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. Las enormes ganancias de los puestos de mercado dentro del templo que se encontraban a lo largo del Pórtico de Salomón, enriquecían a la familia del sumo sacerdote en turno.

Jesús hizo esta purificación para cumplir también con otra profecía que se encuentra en Malaquías 3:1. Véanse también Isaías 56:7 y Jeremías 7:11.

4. Sanidades en el templo. (Mateo 21:14)

Aunque las autoridades judías estaban en su contra y ÉL sabía el complot que habían armado para matarlo, y aún sabiendo que de un momento a otro lo apresarían, siguió demostrando su gracia infinita sanando a los enfermos.

Cuando llegó la noche, Jesús salió de la ciudad. Seguramente a Betania nuevamente, muy posiblemente al hogar de Lázaro, Marta y María, sus amigos.

Martes.

5. La autoridad de Jesús.

(Mateo 21:23-27; Marcos 11:27-33; Lucas 20:1-8)

Marcos sitúa en martes el cuestionamiento de la autoridad de Jesús por parte de los gobernantes. ¿Quién eres? ¿Quién te dio autoridad para hacerte cargo de la ciudad y del templo? Ellos estaban haciendo todo esfuerzo por hacerle caer en una trampa, pero el Señor, en su infinita sabiduría siempre tuvo para cada cuestionamiento una réplica que los desconcertaba.

6. La parábola de los dos hijos. (Mateo 21:28-32)

Enseguida nuestro Señor comenzó a enseñar a los dirigentes judíos por medio de varias parábolas. La de los dos hijos va dirigida directamente a ellos que profesaban ser los maestros del pueblo de Dios. Mientras que ellos decían sí con sus labios, con los hechos decían otra cosa.

7. La parábola de los labradores malvados.

(Mateo 21:33-46; Marcos 12:1-12; Lucas 20:9-18)

Aunque también va dirigida a los principales sacerdotes, ancianos, escribas y fariseos como autoridades espirituales de Israel, el Señor también dirigió esta enseñanza a toda la nación y en ella les acusa de no dar al dueño de la viña los frutos de la misma y matar a sus enviados y aún a su mismo hijo.

8. La parábola de la fiesta de bodas. (Mateo 22:1-14)

Esta es otra ilustración de la misma enseñanza. Israel y sus dirigentes rechazaron la oportunidad que Dios les daba, ahora esa misma oportunidad será dada a otras naciones y pueblos. Todos son convidados a esta gran fiesta, pero necesitan traer su vestido de boda, el cual representa la fe en Jesucristo.

9. La cuestión del tributo.

(Mateo 22:15-22; Marcos 12:13-17; Lucas 20:20-26)

Los gobernantes responden al Señor con otros cuestionamientos seguramente prefabricados. Le envían discípulos de los fariseos y de los herodianos para preguntarle acerca del tributo a Cesar.

Ellos buscaban que Jesús dijera una palabra que sirviera para acusarlo de deslealtad al gobierno romano. Los herodianos eran partidarios de la familia de Herodes y por lo mismo, allegados a las cuestiones políticas.

Con su respuesta, el Señor vuelve a dejarlos perplejos.

10. La pregunta sobre la resurrección.

(Mateo 22:23-33; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27-40)

Ahora arremeten contra el Señor los saduceos. Ellos no creían en la resurrección. Habían ideado una buena pregunta de tal modo que pensaron que de esta el Maestro no saldría bien librado, pues entrañaba una poligamia en el cielo. Sin embargo, el Señor les demostró que ellos erraban ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Resuelve la situación diciendo que en el cielo no hay matrimonio y cita las Escrituras para demostrarles que sí hay resurrección.

11. El gran mandamiento.

(Mateo 22:34-40; Marcos 12:28-34)

Enseguida, son los fariseos los que se juntan a una y también por tentarle, uno de ellos le pregunta: ¿Cuál es el gran mandamiento en la ley? El Señor contesta que toda la ley y los profetas se resume en amar a Dios y al prójimo. Amando se cumplen todos los mandamientos.

12. ¿De quién es hijo el Cristo?

(Mateo 22:41-46; Marcos 12:35-37; Lucas 20:41-44)

Ahora es el Señor el que hace una cuestión a sus enemigos: ¿Cómo puede un hombre llamar Señor a su propio hijo? Quizá, hoy a nosotros nos parezca sencilla la respuesta, pero en aquel momento hizo callar a sus interlocutores. Jesús era un Maestro en la dialéctica, más que suficiente para la sofistería de aquellos.

13. Jesús acusa a escribas y fariseos.

(Mateo 23:1-39; Marcos 12:38-40; Lucas 11:37-54; 20:45-47)

Esta es una de las porciones más duras de las Escrituras pues contiene las acusaciones más severas que jamás salieron de sus labios. Los fariseos eran la secta más numerosa, poderosa e influyente en el tiempo de Jesús. Eran legalistas estrictos y sustentaban la observancia rígida de la letra y las normas de la ley y también las tradiciones. Los escribas eran los copistas de las Escrituras y por ello tenían un conocimiento minucioso de la ley. Llegaron a ser autoridades reconocidas pues se les llamaba "doctores" o "sabios de la ley". Sin embargo, no eran más que simuladores de la verdadera religión. El Señor les habla muy fuerte aquí.

14. Unos griegos buscan a Jesús. (Juan 12:20-36)

No se dice cuando fue este acontecimiento, pero la mayoría lo sitúa el martes todavía en el templo. Personas de tierras lejanas le traían su homenaje en contraste con los gobernantes judíos que ya ultimaban los detalles para deshacerse de ÉL.

15. Enseñanza sobre la incredulidad de los judíos.

(Juan 12:37-50). ¿Por qué los judíos y especialmente los gobernantes no creyeron en Jesús a pesar de la aplastante evidencia de su mesiazgo, poder y milagros? Es uno de los problemas más difíciles de las Escrituras. Juan sólo se concreta a decir: "Para que la Escritura se cumpliese".

16. La ofrenda de la viuda. (Marcos 12:41-44; Lucas 21:1-4)

Este hecho fue su último acto en el templo en un día muy atareado de controversias. Aquí rinde un cálido tributo a una pobre mujer que había dado todo cuanto tenía. Después sale del templo para no volver a él nunca más.

17. Señales antes del fin.

(Mateo 24:1-51; Marcos 13:1-37; Lucas 21:7-36)

En este gran discurso, Jesús habla de la caída de Jerusalén, de su segunda venida y del fin del mundo.

18. La parábola de las diez vírgenes. (Mateo 25:1-13)

Esta parábola significa una sola cosa: Que debemos mantener nuestros pensamientos fijos en el Señor y estar preparados cuando ÉL venga. Las prudentes tomaron precauciones por si el esposo se demoraba.

19. La parábola de los talentos. (Mateo 25:14-30)

Esta parábola significa que estamos siendo preparados para un servicio superior dentro de un orden futuro y que nuestro lugar y rango allá depende de nuestra fiel mayordomía aquí.

20. Enseñanzas sobre el juicio final. (Mateo 25:31-46)

Este es uno de los pasajes más magníficos de toda la Biblia. Es un cuadro completo de cómo la bondad hacia la gente común afectará nuestro destino en la vida eterna.

Miércoles.

Aunque no es con certeza se han fijado en este día los siguientes acontecimientos:

21. El complot para prender a Jesús.

(Mateo 26:1-5, 14-16; Marcos 14:1-2, 10-11; Lucas 22:1-6)

El Sanedrín había resuelto matar a Jesús, pero la popularidad de éste se los impedía. La oportunidad ansiada vino cuando Judas se comprometió a entregarlo por medio de una traición.

22. El ungimiento en Betania.

(Mateo 26:6-13; Marcos 14:3-9)

Parece ser que Judas fue quien se enojó por el "desperdicio" de un perfume tan caro, al reprenderlo el Señor, aquel reafirma su decisión de traicionarlo y va con los principales sacerdotes quienes le dan treinta piezas de plata que era el precio por un esclavo.

Jueves.

23. La cena de la pascua.

(Mateo 26:17-35; Marcos 14:12-31; Lucas 22:7-34; Juan 13:1-38)

Varios sucesos acontecen durante esta cena: Hay disputa entre los discípulos sobre la cuestión de quien sería el mayor; Jesús responde con un acto de humildad lavando los pies de ellos; El traidor es señalado y Jesús instituye la Cena del Señor; Les da el nuevo mandamiento y su precioso sermón del consuelo que encontramos en Juan capítulos 14, 15 y 16; Además hace la oración de intercesión por sus discípulos (Juan capítulo 17).

24. La agonía en Getsemaní.

(Mateo 26:36-46; Marcos 14:32-42; Lucas 22:39-46)

El incidente más conmovedor de toda la conmovedora historia de los padecimientos de Jesús es en el huerto de Getsemaní.

25. Arresto de Jesús.

Mateo 26:47-56; Marcos 14:43-50; Lucas 22:47-53; Juan 18:1-11

Era cerca de la medianoche. Judas aprovechó para entregarlo cuando la gente dormía, fue juzgado durante esa noche y antes de que la gente estuviera despierta ya lo habían crucificado.

26. El juicio de Jesús ante el Sanedrín.

Mateo 26:57-68; Marcos 14:53-65; Lucas 22:54-71; Juan 18:12-24.

Un juicio por demás injusto, pues muchos de los mandamientos expresados en la Ley de Moisés fueron violados por ellos.

Viernes.

27. La negación de Pedro.

Mateo 26:69-75; Marcos 14:66-72; Lucas 22:55-62; Juan 18:15-27.

Muy probablemente esto sucedió en el patio de la casa del Sumo Sacerdote en las primeras horas del viernes. Este es uno de los pasajes más tristes y desgarradores. No sabemos el cúmulo de emociones que había en el corazón de Pedro, pero lo cierto es que negó a su Señor y Maestro. Cuando Jesús lo vio, esa mirada hizo pedazos su alma.

28. El juicio de Jesús ante Pilato.

(Mateo 27:1-14; Marcos 15:1-5; Lucas 23:1-5; Juan 18:28-38)

Otro juicio injusto pues se acusaba a Jesús de delitos que no había cometido. Pilato fue cobarde porque aún cuando lo declaró inocente tres veces, aún así, por miedo a los judíos, firmó la sentencia de muerte.

29. Jesús es azotado.

(Mateo 27:15-31; Marcos 15:6-20; Lucas 23:13-25; Juan 19:1-16)

El azotamiento casi siempre era antes de la ejecución de la pena de muerte. Se usaban látigos de varias correas con pedazos de plomo o metal afilado en las puntas. La víctima era desnudada hasta la cintura y atada a un poste. Era azotada sobre la espalda con el látigo hasta lacerar la carne. A veces causaba la muerte.

30. Barrabás es liberado.

Al mismo tiempo que Pilato sentenciaba a Jesús, soltaba a Barrabás. Cristo murió en lugar de Barrabás, un sedicioso, ladrón y homicida. Todos nosotros debemos ponernos en el lugar de Barrabás como culpables pecadores, pero Cristo tomó nuestro lugar en la cruz.

31. Jesús es crucificado.

Mateo 27:32-56; Marcos 15:21-41; Lucas 23:26-49; Juan 19:17-30.

Cerca de las nueve de la mañana de aquel viernes nuestro Señor fue levantado en la cruz. Sólo soportó seis horas colgado y luego murió. Dijo tres de sus últimas palabras entre las nueve y las doce del día. Las últimas cuatro fueran cerca de las tres de la tarde, hora en que murió.

Durante su crucifixión sucede una densa oscuridad desde las doce hasta las tres; el velo del templo se rasgó en dos; hubo un terremoto y las tumbas de muchos se abrieron.

32. Jesús es sepultado.

Mateo 27:57-66; Marcos 15:42-47; Lucas 23:50-56; Juan 19:38-42.

En un huerto, en un sepulcro nuevo propiedad de José de Arimatea, Jesús fue puesto en esa sepultura. Tanto José como Nicodemo, el que fue a verle de noche, envuelven el cuerpo del Señor en sábanas nuevas y lo ungen con mirra y áloes.

Domingo.

33. Jesús resucita.

Llega el día glorioso de la resurrección. Nuestro Señor se yergue vencedor de la tumba, de la muerte, del diablo y del mismo infierno. Toda la obra de redención está consumada en su resurrección. ¡Jesucristo vive! ¡Y vive para siempre! ¡A ÉL sea por siempre toda la gloria y el poder, la honra y la alabanza! ¡Así sea! ¡Amén!

Fuente: Ministerio Nuevo Pacto – NICARAGUA.
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21 de agosto de 2008

¿Quién soy yo...?


Esta fue la pregunta que un día se hizo David (1 Cr. 17:16). Revelaba mucho más de lo que a primera vista podía parecer. No era un simple reconocimiento de pequeñez o indignidad ante la grandeza de la gracia de Dios -que lo era-. En el fondo entraña un enfrentamiento con la propia identidad de cada ser humano.

En el fondo, cuando se ahonda en la cuestión con seriedad, difícilmente puede evitarse un estremecimiento interior, pues la pregunta en cuestión lleva aparejada otra no menos inquietante: Al «Quién soy yo» sigue el «qué soy yo». Llegados a este punto, las preguntas se multiplican: ¿Soy un simple átomo flotando en la inmensidad del universo o soy un ser diseñado por un Creador maravilloso? ¿Soy fruto de un azar ciego o de un propósito divino, sabio y bondadoso? ¿Soy un creyente fervoroso o un agnóstico enredado en un ovillo de dudas? ¿o soy ambas cosas alternativamente? Las reflexiones van sucediéndose y las conclusiones pueden variar según prevalezcan la fe o la incertidumbre.

Viene a mi mente un poema del pastor alemán Dietrich Bonhoeffer escrito en la cárcel poco tiempo antes de ser ejecutado en 1945 por su testimonio de cristiano comprometido. El título de dicho poema es precisamente el mismo que encabeza erste artículo:

¿Quién soy yo? me preguntan con frecuencia
(...) ¿Soy realmente lo que otros hombres dicen de mí
o soy solamente lo que yo mismo de mí conozco?
¿Quién soy yo? ¿éste o el otro?
¿Soy una persona hoy y otra mañana?
¿Soy ambas a un tiempo, un hipócrita ante otros
y ante mí mismo un cobarde despreciable?
¿O es que aún hay algo en mí comparable a un ejército derrotado
que, desordenado, huye de la victoria ya alcanzada?
¿Quién soy yo? Se burlan de mí estas solitarias preguntas mías.
Pero, quienquiera que sea, tú sabes, oh Dios, que soy tuyo.


Podrían multiplicarse esas disquisiciones y otras parecidas; pero importa poco lo que yo, u otros como yo, piense de mí. Lo importante es lo que piensa Dios. Como el salmista sé que Dios me ha examinado y conocido aun en lo más recóndito de mi ser y en lo más escondido de mi conducta (Sal. 139:1-2). Esta realidad tiene mucho de inquietante, pues veo cuánto hay en mí que le ofende. Pese a todo, él me ama hasta el punto de entregar a su Hijo a la muerte para expiar mis pecados y así asegurar mi salvación. Ahora ¿qué soy yo? Un hijo suyo, heredero de una gloria eterna.

Si me examino a la luz de mi pensamiento y de mis sentimientos, descubro mucho que es reprochable. Puedo hacer mía la confesión del cisterciense Guillermo de Teodorico: «Me miro, me discierno, me juzgo, y me convierto en una laboriosa y tediosa cuestión para mí mismo». Pero todo cambia cuando me examino como Dios me ve: a través de su Hijo amado y de sus méritos infinitos. Entonces descubro no sólo que soy un hijo amado de Dios, sino que él me ve «santo, santificado en Cristo» (1 Co. 1:2) que quiere guardarme y usarme para su gloria en su obra de extensión del Evangelio.

¿Quién y qué soy yo? - Un hijo de Dios rescatado del pecado y la condenación para servirle en la expansión de su Reino. No puede haber mayor privilegio. Ni mayor bendición.

¡Gracias, Señor, por hacer de mí lo que realmente soy!

José M. Martínez

Gentileza: Pensamiento Cristiano - Barcelona
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19 de agosto de 2008

Hillsong - Es Tiempo.


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Discografía de Hillsong Music Australia

Hillsong Music ha editado en Disco compacto y casetes un número importante de álbumes grabados en estudio y en vivo, también vídeos en VHS y, desde 2000 también en DVD. Un resumen de sus álbumes musicales es el siguiente:

Alabanza y Adoración en Vivo: The Power of Your Love (1992), Stone's Been Rolled Away (1993), People Just Like Us (1994), Friends in High Places (1995), God Is in the House (1996), All Things Are Possible (1997), Touching Heaven Changing Earth (1998), By Your Side (1999), For This Cause (2000), You Are My World (2001), Blessed (2002), Hope (2003), For All You've Done (2004), God He Reigns (2005), Mighty to Save (2006), Savior King (2007), This is Our God (2008)

Hillsong Unidos:Everyday (1999), Best Friend (2000), King of Majesty (2001), To the Ends of the Earth (2002), More Than Life (2003), Look to You (2004), United We Stand (2005), All of the Above (2006), In a Valley by the Sea (2007),The I Heart Revolution (2008).

Serie Adoración: Simply Worship (1997), Simply Worship 2 (1997), Simply Worship 3 (1998), Overwhelmed! (2000), Amazing Love (2002), Faithful (2003), Songs for Communion (2006).

Jóvenes en Vivo: Jump to the Jam (1994), Chosen One (1996), The Plan (1998), One (1999), Awake (2000).

Adoración Instrumental: The Secret Place (1999), Forever (2003).

Niños de Hillsong: Jesus Is My Superhero (2004), Super Strong God (2005), Supernatural (2006), Tell The World (2007)

Navidad: Christmas (2001), Celebrating Christmas (2005).

Compilatorios: Hills Praise (1997), Extravagant Worship: The Songs of Darlene Zschech (2002), Extravagant Worship: The Songs of Reuben Morgan (2002), The Platinum Collection Volume 1: Shout to the Lord (2003); The Platinum Collection Volume 2: Shout to the Lord 2 (2003), Ultimate Worship (2005).

Otros: Spirit and Truth (1988; primer álbum de Hillsong), Show Your Glory (1990), Shout to the Lord (1996), I Believe the Promise (1997), Shout to the Lord 2000 (1998), UP: Unified Praise (2004).
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Bendiciones.

12 de agosto de 2008

¡Rompamos vasijas!


Por Christopher Shaw

¿Quién, sino la novia de Cristo, podrá señalar al que es el camino, la verdad y la vida? ¿Quién sino su iglesia para marcar la senda...? Ante esto, es menester identificar cuáles son las vasijas que más han impedido que la luz del Señor brille con la intensidad debida. Rompamos juntos, de una vez, estas vasijas «para que alumbre nuestra luz... »

No cabe duda de que nadie, absolutamente nadie, enciende una lámpara para luego colocarla debajo de una vasija (Mt 5.15). De hecho, si fuéramos testigos de una acción como esta, no vacilaríamos en calificar de ridícula a la persona que la realiza. No obstante lo disparatado del procedimiento, no deja de ser una buena descripción de lo que ha sido la historia del pueblo de Dios. Una y otra vez hemos escondido nuestra luz debajo de una vasija.

Usted probablemente sentirá, al igual que yo, que ya es hora de despedazar las vasijas que no permiten que se vea la luz de Cristo en nuestras vidas. Un mundo donde la confusión es cada vez más acentuada pide a gritos que alguien se levante y diga, con convicción: «Este es el camino, anden en él, ya sea que vayan a la derecha o a la izquierda» (Is 30.21 - NBLH). Ni por un instante debemos dudar que esa voz, clara e insistente, debe ser la de la Iglesia. ¿Quién, sino la novia de Cristo, podrá señalar al que es el camino, la verdad y la vida? Ante esto, es menester identificar cuáles son las vasijas que más han impedido que la luz del Señor brille con la intensidad debida.

Quisiera sugerir que la primera vasija que esconde nuestra luz es la de la indiferencia. La mayor razón por la cual no estamos comprometidos con las misiones no es la dificultad de llegar al campo, ni la resistencia de los pueblos al evangelio, ni tampoco la falta de recursos para movilizar a más personas. El mayor obstáculo a una actitud de compasión hacia los que están en tinieblas es nuestra propia apatía. En más de una congregación existe un total desinterés por tocar la vida de aquellos cuyo destino eterno es la muerte. Se ha instalado en nosotros el mismo espíritu de Jonás, quien se ubicó sobre la colina, con una especie de perversa satisfacción, a esperar la destrucción de los ninivitas. Por esto, el primer paso hacia las misiones necesariamente requiere de nuestro arrepentimiento, por el egoísmo que ha marcado nuestra vida espiritual.

Una segunda vasija que ha opacado nuestra luz es la de la religiosidad, es decir, aquellas actividades que resultan cuando el hombre toma control de su propia experiencia espiritual y deja de responder a las iniciativas del Altísimo. En la religión, el ser humano siempre es el protagonista, el centro de todo. Su meta es manipular al ser divino para que este bendiga y prospere los proyectos que ha construido. Viendo de esta forma la vida, las misiones se convierten en un elaborado programa de la iglesia, fruto de nuestra propia inteligencia, pero en el plan de Dios, las misiones son la expresión de una realidad interior vivida por sus hijos. No podemos crear actividades que produzcan luz, porque no hemos recibido esa capacidad. Lo único que nos queda por hacer es dejar que la luz de Cristo brille con intensidad en nuestras vidas. Esto, por supuesto, es el resultado de caminar cerca de él y por eso el discípulo comprometido con las misiones es llamado un testigo, porque señala una realidad que trasciende su propia persona.

Una tercer vasija que debemos destruir es la de la complacencia. Se ha instalado en nuestro seno una convicción dura de combatir, pues los mismos promotores de misiones tienden a perpetuarla; es la idea de que se requiere un llamado especial para involucrarse en las misiones. Como la mayoría de nosotros nunca hemos sentido un llamado a alguna nación lejana nos sentimos seguros de que no estamos en falta con nuestro Dios. La Palabra, no obstante, enseña que la iglesia toda ha sido llamada a ser testigo de «las maravillas de Aquel que nos llamó de tinieblas a luz» (1Pe 2.9–10), testificando tanto en las comunidades de Jerusalén, de Judea y de Samaria como también las que habitan lo último de la tierra. Misiones expresa un compromiso con nuestros vecinos y las tribus de las más remotas regiones del mundo.

Una cuarta vasija debajo de la cual hemos escondido nuestra luz es la de la mezquindad. Esta vasija es particularmente común en América Latina, donde seguimos convencidos de que no podemos tener plena participación en las misiones porque no tenemos los recursos necesarios para hacerlo. Al igual que todas las mentiras del enemigo, esta también se basa en una media verdad. Nosotros no tenemos los recursos, pero nuestro Padre celestial sí tiene los tesoros del universo a su disposición. La actitud que destraba las riquezas de Dios en favor de las misiones, sin embargo, es nuestra disposición para obedecerle antes de que veamos los recursos. Nunca, en la historia de la Iglesia, el Señor ha provisto primero los recursos para un proyecto misionero; más bien, la iglesia toma, por fe, el paso de comprometerse y luego Dios provee los medios.

Tal vez usted puede identificar otras vasijas que han escondido la luz del evangelio. Algunas son comunes y ordinarias; otras resultan más elaboradas, finamente decoradas con toda clase de sutiles argumentos, empleados con orgullo para defender una espiritualidad individualista y utilitaria. La verdad es que no importa qué clase de vasija hayamos escogido para esconder nuestra luz, todas cumplen la misma triste función, que es la de neutralizar el evangelio de las buenas nuevas. Mientras continúe esta situación, estamos en falta con nuestro Dios y la sociedad que nos rodea. Rompamos juntos, de una vez, estas vasijas «para que alumbre nuestra luz delante de los hombres, para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5.16).

Gentileza: Desarrollo Cristiano.
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1 de agosto de 2008

Bases de Fe.


En tanto que cristianos Evangélicos o Protestantes, aceptamos la Revelación del Dios único en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) dada en las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, y confesamos la fe histórica del Evangelio que se proclama en sus páginas.

Afirmamos, por consiguiente, las doctrinas que consideramos decisivas para comprender la fe y que deben expresarse en amor, en el servicio cristiano práctico y en la proclamación del Evangelio:

Artículo 1.
Creemos que hay un solo Dios verdadero, el cual es Hacedor y Sustentador de cuanto existe. Que en la unidad de la Divinidad existen tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, los cuales son iguales en sustancia, atributos y gloria.
Artículo 2.
Creemos que Jesucristo es Dios manifestado en carne. En El concurren dos naturalezas: la divina, con todos sus atributos, y la humana en absoluta perfección, constituyendo una sola persona indivisible. En su concepción virginal por obra del Espíritu Santo, su vida sin pecado, sus milagros, su muerte vicaria y expiatoria, su resurrección corporal, su ascensión, y que El es el único mediador entre Dios y los hambres, que intercede por nosotros, y que ha de volver por segunda vez en poder y gloria.

Artículo 3.
Creemos en la persona divina del Espíritu Santo, que regenera al pecador y santifica al creyente, en el cual mora como prenda y garantía de su salvación eterna, para fortalecerlo, consolarlo y conducirlo en una vida de obediencia a Dios. Asimismo que enriquece a la iglesia con dones espirituales, le da unidad y la guía en el cumplimiento de la misión que le fue encomendada por Cristo.


LA BIBLIA

Artículo 4.
Creemos que las Sagradas Escrituras (los treinta y nueve libros del A.T. y las veintisiete del N.T.) son inspiradas divinamente en su totalidad, sin error, dignas de toda confianza, y debe constituir nuestra suprema autoridad en todo lo concerniente a nuestra fe y vida.

EL DIABLO

Artículo 5.
Creemos que existe Satanás, el cual era querubín grande, creado por Dios, sello de perfección, lleno de sabiduría, acabado de hermosura y perfecto en todos sus caminos, más pecó queriendo ser semejante al Altísimo y fue arrojado del cielo en compañía de ángeles que le siguieron en su rebelión.

Artículo 6.
Creemos que su obra en relación con el hombre, desde el Edén, consiste en engañarlo y tentarlo para que peque contra Dios desobedeciéndole, colaborando en esta obra, bajo sus órdenes, los ángeles que le siguieron.

EL HOMBRE

Artículo 7.
Creemos que todo ser humano tiene tendencia innata al pecado y una conducta pecaminosa, y como consecuencia, está destituido de la Gloria de Dios. Sólo la acción del Espíritu Santo puede transformarlo, dotándolo de una nueva naturaleza mediante la regeneración, para la que se requiere, por parte del individuo, el arrepentimiento y la fe en Cristo, condiciones indispensables, para obtener la salvación.

Artículo 8.
Creemos que la salvación es solamente por la fe en los méritos de Cristo y en el valor de su sangre derramada en la cruz como suficiente para darle al hombre perdón, salvación y vida eterna, quedando así excluido todo mérito humano.

Artículo 9.
Creemos que la santificación es obra que realiza el Espíritu Santo en armonía con la Palabra de Dios. Por lo tanto, el creyente debe vivir una vida santa, apartado de toda especie de mal, en obediencia a la Sagrada Escritura y que la santidad es norma de vida de Dios para su pueblo.

Artículo 10.
Creemos que habrá resurrección de muertos, tanto de justos como de injustos; los justos para vida eterna y los injustos para vergüenza y confusión perpetua.

LA IGLESIA

Artículo 11.
Creemos que todos los redimidos constituyen la Iglesia Universal y son miembros del Cuerpo de Cristo, cuya única cabeza es El.

Artículo 12.
Creemos que la Iglesia Local es una congregación de creyentes en Cristo, unidos bajo la dirección del Espíritu Santo, para tributar adoración a Dios, promover la edificación de sus miembros, practicar las ordenanzas de Cristo y difundir el Evangelio.

Artículo 13.
Creemos que Jesucristo en su soberanía, dio y sigue dando a su iglesia: apóstoles, profetas, evangelistas, pastares maestros; los que hacen milagros, los que sanan, las que ayudan, los que hablan en lenguas, las que las interpretan, los que tienen palabras de sabiduría de ciencia, las que tienen don de discernimiento, los que administran, las que tienen fe, etc..

Artículo 14.
Creemos que el Bautismo y la Santa Cena son ordenanzas que el Señor Jesucristo dejó establecidas para ser observadas por los creyentes: El Bautismo, símbolo de nuestra muerte a la vida de pecado y resurrección a una nueva vida en Cristo, se efectúa por inmersión en agua en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; la Santa Cena fue instituida para conmemorar la muerte de Cristo y debe celebrarse con ambos elementos: pan y vino, símbolos del cuerpo y de la sangre del Señor respectivamente.

Artículo 15.
Creemos que todo nacido de nuevo debe contribuir con sus diezmos y ofrendas al sostenimiento de su iglesia local, siendo ésta la administradora.

Artículo 16.
Creemos que todo creyente que no ande conforme a la voluntad de Dios ha de ser amonestada y disciplinada conforme a las reglas o normas dadas por El, descritas en las Sagradas Escrituras.

ACONTECIMIENTOS FINALES

Artículo 17.
Creemos que Cristo vendrá a arrebatar a su iglesia cuando se manifieste con los santos que durmieron en El. Este acto será en un abrir y cerrar de ojos conforme a las Sagradas Escrituras.

Artículo 18.
Creemos que el Anticristo es un hombre que ha de manifestarse en los últimos días con gran poder y prodigios mentirosos, cuyo advenimiento es par obra de Satanás. Hará pacto con muchos, entre ellos el pueblo judío, siendo vencido por Cristo en su segunda venida.

Artículo 19.
Creemos que la Gran Tribulación será un tiempo terrible en el que las personas de todas las naciones sufrirán cazo nunca.

Artículo 20.
Creemos que Cristo vendrá a la tierra después del Arrebatamiento para reinar sobre todas las naciones. Esta vez todo ojo le verá, viniendo con El todos los ejércitos celestiales, incluidos todos los creyentes.

Articulo 21.
Creemos que el Milenio dará comienzo después de la Batalla de Armagedón. Será un tiempo de gran prosperidad en todos los órdenes debido a que Cristo estará reinando sobre la tierra con todos los santos desde Jerusalén.

VIDA FUTURA

Artículo 22.
Creemos que todos los creyentes serán juzgados ante el Tribunal de Cristo, cuyo juicio no es para condenación sino para recompensas por las obras que cada creyente haya realizado.

Articulo 23.
Creemos que todos los incrédulos serán juzgados después del Milenio en el Juicio Final, el cual será de condenación.

Articulo 24.
Creemos que hay un infierno, lugar de castigo para el Diablo y sus ángeles, así como para todos aquellos hombres que rechazan el Evangelio de la Gracia de Dios, y asimismo una vida bienaventurada y eterna de pleno disfrute de la Gloria de Dios, donde todos sus hijas gozaran y vivirán eternamente en una nueva sociedad de justicia y santidad sirviendo al Señor.

Gentileza: Asamblea Cristiana.