2 de enero de 2012

Inscripción automática y voto voluntario 2012

"Si nos centramos en esta última vertiente, considero que los mecanismos institucionales existentes han tenido impactos exiguos para fomentar la participación juvenil en las elecciones y ciertamente en las Políticas Públicas, obstaculizando el ansiado tránsito desde una democracia representativa hacia una democracia participativa."
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En materia de inscripción electoral, en Chile opera el sistema de inscripción voluntaria por una sola vez y voto obligatorio para las siguientes elecciones, sin embargo, con fecha 21 de diciembre de 2011, el Senado de la República despachó el Proyecto sobre Inscripción Automática y Voto Voluntario. Este proyecto tiene como propósito dar término al proceso de sistemático envejecimiento del padrón electoral que experimenta nuestro país. Con su implementación, se espera que en las próximas elecciones municipales 2012 participe mayor cantidad de gente. Sin embargo, es necesario advertir que es difícil establecer una vinculación entre un proceso de naturaleza eminentemente administrativa y la tendencia de la gente a participar en las elecciones.

Compartir en Facebook Twitter .Me interesa detenernos a analizar el fenómeno de la participación juvenil en los procesos electorales a través de cinco ideas fundamentales: en primer lugar, la desafección juvenil en materia de política -expresada en baja participación electoral- constituye una tendencia mundial que pone en entredicho la legitimidad del sistema político y erosiona fuertemente las bases y la estabilidad de la democracia. De acuerdo a antecedentes del Servicio Electoral (SERVEL), en 1988 las personas entre 18 y 29 años de edad que votaron representaron el 36% de los inscritos, en tanto que en el 2005 representaron a sólo un 9,71% del electorado. Al 28 de julio de 2008 la cantidad de inscripciones electorales vigentes a nivel nacional equivalían a un total de 8.110.265. De este total, 333.607 inscripciones corresponden a varones entre los 18-29 años (4,1%) mientras que las mujeres de similar grupo etáreo corresponden a 162.032 inscripciones (2%).

En segundo lugar, la consecuencia directa de una baja participación de los jóvenes es una desigualitaria representación. Así, la baja participación se traduce en una merma en la capacidad de los jóvenes para hacer valer sus demandas e influir en la priorización de las políticas públicas.

En tercer lugar, los enfoques utilizados por la academia para analizar la desafección política de los jóvenes se centran en tres vertientes: a) los propios jóvenes; b) la participación no institucional; y, c) la política institucional. La primera de estas vertientes estudia lo individual y social del joven, centrando su análisis en la apatía política; la segunda vertiente, intenta demostrar que aunque los jóvenes no participen en las urnas, sí tienen intereses y un nuevo orden de valores que asumen en forma contestataria mediante la protesta, emergiendo aquí grupos activados por las redes sociales que no requieren de una intermediación con el sistema político-social. Así, los enfoques convencionales de formulación de políticas y de toma de decisión entran en crisis, confrontándose al aumento de la contestación social de este importante grupo de población. Esto nos da cuenta de una mutación de los modos de acción pública, marcada por la ruptura progresiva de la exclusividad del Estado en la determinación del interés general, para avanzar hacia un modo más concurrencial, y multipolar en la formulación del mismo. Finalmente, nos encontramos con la tercera vertiente, los Estudios de Política Institucional, que dan a conocer las fallas existentes al interior de los partidos y en la estructura política, aspectos que imposibilitan atraer la atención de los jóvenes y reflejarse en un aumento de la participación.

Si nos centramos en esta última vertiente, considero que los mecanismos institucionales existentes han tenido impactos exiguos para fomentar la participación juvenil en las elecciones y ciertamente en las Políticas Públicas, obstaculizando el ansiado tránsito desde una democracia representativa hacia una democracia participativa. Bien es sabido que la capacidad de un mecanismo institucional de participación ciudadana para influir en las políticas públicas está determinada por dos elementos: por una parte, la concepción que la autoridad tiene sobre la relevancia de este componente democrático; y, por otra parte, la manifestación de este componente democrático en el diseño institucional del mecanismo. En Chile, el déficit en materia de políticas públicas dirigidas a jóvenes, se concentra empíricamente en este segundo aspecto.

Los jóvenes no han sido considerados adecuadamente como Sujetos de Políticas Públicas, dado su escaso nivel de representación. En este contexto, los distintos gobiernos sólo han cumplido con proporcionar mecanismos institucionales que en una escala de medición de participación se clasifican como Simbolismo, ya que no han generado canales participativos acordes a la visión de democracia que los jóvenes poseen. Si realmente se quiere que este proyecto incida en un incremento de la participación electoral juvenil, se debe efectuar un proceso de profundización democrática que requiere asumir un carácter inclusivo de la juventud de nuestro país a la hora de planificar, ejecutar, monitorear y evaluar las políticas públicas de su ámbito, con las consiguientes ganancias de eficacia, transparencia y eficiencia del sistema. Caso contrario, este proyecto de ley no contribuirá al gran objetivo de lograr una mayor participación juvenil y se continuará con la desconfianza de los jóvenes hacia la democracia, la clase política y sus mecanismos institucionales. Parafraseando al argentino José Nun, nos continuaremos preguntándonos cómo entender la democracia que queremos sirva de sustento para la participación de los jóvenes en política: Democracia: ¿Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos? si no se cumple lo anterior tendremos un padrón electoral rejuvenecido, pero no participante.
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Por Elena Salum - Profesora de la Escuela de Servicio Social UV - El Mostrador.
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