10 de junio de 2009

MARCOS WITT: Cuatro preguntas.

Todos formamos parte del cuerpo de Cristo y debemos luchar por la unidad de la iglesia.

Nuestra iglesia latinoamericana está dividida. La fragmentación es un cáncer que nos inunda. Cada uno de nosotros funcionamos en forma única y el esfuerzo comunitario es importante para alcanzar las naciones para Cristo.

Juan 17: 20-23 dice: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

El mundo no cree porque hablamos de unidad, perdón y amor pero no lo vivimos. El evangelio debe predicarse y vivirse diariamente. Dios no pide que seamos iguales, pide que tengamos unidad. Para descubrir las dificultades que implica hagámonos cuatro preguntas:

¿Cuándo entenderemos que somos distintos?
1ra. de Pedro 4:10 habla: Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

El plan divino es que tengamos diferentes formas de ser, trabajar, pensar y expresarnos. El mismo Creador nos hizo a todos, tanto a los altos y delgados como a los gordos y bajitos. Nuestro Señor es un Dios de variedad, multiforme en su gracia y hay que celebrarlo. Ni siquiera adoramos de la misma forma. Unos se postran y gritan, otros no. Evita juzgar a las personas diferentes. Somos como una orquesta sinfónica donde cientos de músicos con diferentes instrumentos se unen para interpretar la misma melodía. Tanto los violines como las trompetas son necesarios. Levantemos un sonido sinfónico para adorar.

¿Cuándo entenderemos que tenemos distintas capacidades?
1ra. de Corintios 12:5-6 nos comparte: Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

Tenemos dones diversos. Puedo hacer cosas que otros. Oremos porque el Señor nos de la honestidad de encontrar el método que será efectivo para llevar nuestra comunidad a Sus pies. Por mucho que quiera, no predico como el pastor Cash Luna porque soy único.

1ra. de Corintios 12: 15-16 dice: Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?

Encuentra tu lugar. Tus dones son diferentes a los de otros, no son mejores ni peores, son complementarios así que gózate de ellos. Hay muchos métodos para llevar las almas a Cristo y al final todas funcionan. Es como comer con cuchara o tenedor, se logra lo mismo pero de forma diferente. Tus capacidades te equipan para cumplir tu llamado personal.

¿Cuándo entenderemos que nuestra congregación es sólo una parte de lo que Dios está haciendo?

En 1ra. de Pedro 2:5 leemos: Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Hay cuatro iglesias: la universal a la que todos pertenecemos, La regional como esta latinoamericana donde tenemos grandes desafíos. La local que está en cada congregación y es donde se identifican más problemas de unidad porque no es fácil dar gloria a Dios por lo que sucede en otras iglesias dentro de nuestra misma ciudad. La cuarta iglesia es la personal. Dios la edifica porque todos somos pastores y profetas que Él debe usar. Es arrogancia decir que mi iglesia es la única porque Él se sirve de todas en diferentes formas. A tu alrededor hay preciosos miembros del cuerpo de Cristo que debes valorar y bendecir. Es necesario que nos esforcemos para que el mundo crea que Jesús es la única respuesta. Pídele que te ayude a trabajar en favor de la unidad, como Él y el Padre son uno.
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Cuatro preguntas II


Todos somos diferentes, tenemos un llamado y unción especial. Para lograr la unidad del cuerpo de Cristo debemos respetarnos e integrarnos como hijos del mismo Padre.

Gracias a Dios somos distintos y en esa diversidad podemos construir la unidad. Al respecto hay cuatro preguntas sobre cómo buscar la integración: ¿cuándo entenderemos que somos distintos?, ¿cuándo entenderemos que tenemos distintas capacidades?, ¿cuándo entenderemos que nuestra congregación es sólo una parte de todo lo que Dios está haciendo? Recuerda que Su iglesia es universal, regional, local y personal. Él está edificando y somos parte de ese crecimiento. Entendamos que otras congregaciones también están siendo utilizadas.

La cuarta pregunta es muy importante: ¿cuándo tendremos la seguridad personal para saber quienes somos y dejar de compararnos el uno con el otro? El Espíritu Santo debe darnos la gracia de descubrir y comprender nuestra propia identidad. Un líder inseguro de su identidad es peligroso. Puede ser un dictador o un insípido que nunca confronta a nadie. La única forma de lograr balance es saber quién eres. Si tienes que reclamar tu autoridad es porque ya la perdiste.

2da. Carta a los Corintios dice: “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos, con algunos que se alaban a sí mismos, pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos y comparándose consigo mismos, no son juiciosos”.

Es falta de sabiduría compararnos entre nosotros. Cuando Dios te ilumine con la verdad de quién eres predicarás tan bien como sabes hacerlo. Ese día será de libertad y gloria.Dios no ha hecho distintos y debes comprenderlo. La multiforme gracia nos usa de forma muy particular. Se tú mismo, deja de intentar ser otro.
El Señor no quiere que seamos uniformes, quiere que tengamos unidad y debemos luchar por ella aunque cuesta sudor, lágrimas y humillaciones. Para promover la convivencia en unidad podemos practicar seis principios básicos:

Primero: respeta el hecho de que somos diferentes. Es necesaria la tolerancias a las diversas formas de vivir en Cristo. Efesios lo dice: “soportándoos los unos a los otros”. Es fácil amar a las personas agradables, pero es difícil amar a las personas difíciles. Si abrazas un espíritu de respeto lo lograrás. Benito Juárez dijo “El respeto al derechos ajeno es la paz”. Trata a todos por igual, con simpatía y deferencia.

Segundo: evita el juicio y señalamiento. No sembremos algo que no queremos cosechar. Si no te parece que Dios use a una persona ten por seguro que hay alguien que no le agrada que te use a ti. El que murmura de su hermano juzga la ley y nadie tiene derecho a hacerlo. No somos nadie para emitir juicios.

Tercero: bendice con tu boca y con tus acciones. Quien ofrece bendición nunca pierde, siempre gana. Defínete como instrumento de vida, consuelo y misericordia. Que ninguna palabra corrupta salga de tu boca.

Cuarto: no reciba el mal reporte y el chisme. Sin tanta habladuría y murmuraciones habría más unidad en el cuerpo de Cristo.

Quinto: alégrate cuando la gente conoce a Cristo sin importar dónde lo conocieron. Busca avivamiento aunque no sea a través de tu iglesia. Lo grande es que las almas sean ganadas para el Señor. Cuando una vida se entrega al Dios debe haber fiesta en el cielo y en tu corazón.

Sexto: conózcanse como amigos. Romanos 12: 10 dice: Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. Genuinamente puedes tener la gracia de amar a tu hermano aunque sea de otra congregación. El amor fraternal debe prevalecer entre los cristianos.

A través de nuestras acciones estropeamos el trabajo del Espíritu Santo. Él quiere que el mundo crea y conozca al Señor pero con nuestras actitudes, juicios y murmuraciones lo complicamos todo. Ama a tus hermanos, promueve e invierte en la unidad del cuerpo de Cristo porque formas parte de Él.
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Por Marcos Witt - Fuente y Gentileza: Ministerio Cash Luna.
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