8 de octubre de 2018

DEBEMOS SER CAUTOS EN DESPLAZAR AL ESPIRITU SANTO. - Carlos Saavedra M.



En la Ley, después que los creados por Dios mismo pecaran y fueran expulsados, se perdió esa relación, que solo después de muchísimos años logró el cordero con su crucifixión, para permitir nuevamente esa relación perdida, y que la religiosidad de la antigua Ley, miraran desde lejos a través de jueces y profetas, única manera de estar alineados a los deseos de Dios en los cielos. David, también vivió de esa religiosidad, aun contando con un corazón grato para el Señor, más allá de sus errores y grandes pecados. Pero aun así, en estricto rigor Dios era lejano, solo manteniendo la bendición prometida para su pueblo regalón de Dios.


La importancia del absolutismo de Dios a través de su hijo Jesús, fue tan grande y relevante, que permitió a Dios glorificarse con su Espíritu Santo, relacionándonos nuevamente para abrir los cielos, honrar y glorificar al mismo Dios.



Hoy en día, es muy común observar y escuchar a “siervos” con responsabilidad, dar importancia a las áreas de la “Antigua Ley”, basando su predica en un 70% , con un conocimiento de lo que Dios hizo durante siglos. No obstante, debemos ser cautos en desplazar al Espíritu Santo, quien es el que finalmente permite abrir los cielos, no abocándonos siempre a un estilo de la Palabra Escrita como lo son los Salmos. 

David, fue relevante en como honró y glorificó a Dios en la Antigua Ley, pero Jesucristo y su Espíritu Santo, fueron determinantes en el nuevo pacto.

Siento en mi corazón, que debemos ser cuidadoso en fortalecer una instancia secundaria, cuando Dios mismo se ha hecho presente con su Espíritu Santo.

Debemos en el Espíritu, dudar de la palabra manipulada, porque es más fácil justificarse con la Ley y no con su Espíritu Santo. Ésta es la principal diferencia, a no temer de la unción del Espíritu Santo, quien es el que finalmente trata en nuestras vidas y nos corrige. 

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 
Juan 1:17 



Por Carlos Saavedra Martínez


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