28 de abril de 2008

Salmos 91

Salmos 91
-Morando bajo la sombra del Omnipotente-


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1 El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.

2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.

3 El te librará del lazo del cazador,
De la peste destructora.

4 Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.

5 No temerás el terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día,

6 Ni pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.

7 Caerán a tu lado mil,
Y diez mil a tu diestra;
Mas a ti no llegará.

8 Ciertamente con tus ojos mirarás
Y verás la recompensa de los impíos.

9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación,

10 No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.

11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos.

12 En las manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.

13 Sobre el león y el áspid pisarás;
Hollarás al cachorro del león y al dragón
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14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.

15 Me invocará, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.

16 Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación.


Este salmo no lleva título; no se conocen ni su autor ni la ocasión en que fue compuesto. Tampoco puede asegurarse si el salmista se dirige a un individuo o a la nación. Vemos:
I. La exhortación del salmista a tomar a Dios por refugio y fortín (vv. 1,2).

II. Las promesas, en nombre de Dios, a los que a El se adhieren sinceramente: 1. Serán guardados especialmente por el Cielo (vv. 1, 4). 2. Serán librados de la mala influencia de los poderes de las tinieblas (VV. 3, 5, 6) mediante una especial preservación (vv. 7,8). 3. Estarán bajo el cuidado de los ángeles santos (vv. 10-12). 4. Triunfarán sobre sus enemigos (v. 13).5. Serán los favoritos especiales de Dios (vv. 14-16).

Versículos 1-8

1. Una gran verdad de amplitud general: Todos los que viven una vida de comunión con Dios, están continuamente a salvo bajo su protección y, por tanto, pueden gozar siempre de una gran serenidad mental (v. 1). El verdadero creyente habita al abrigo del Altísimo; está en la morada de Dios, vuelve a Dios y en El descansa como en el lugar de su reposo permanente; sirve de corazón a Dios y le adora dentro del velo. Tales privilegiados moran bajo la sombra del Omnipotente; El les sirve de refugio y cobertura.

2. La aplicación que de esto hace el salmista para sí mismo (v. 2):

«Diré de Yahweh, digan otros lo que digan, El es mi refugio y mi fortín. »Los idólatras llamaban a sus ídolos mauzzim, fortines inexpugnables (Dan. 11:39), pero en eso se engañaban a sí mismos, pues sólo los que hacen de Yahweh su fortín están a salvo de todo ataque. Por eso, puede el salmista decir con toda seguridad: Mi Dios, en quien confío.

3. El gran ánimo que da a otros para que hagan lo mismo, no sólo por la experiencia que él tiene, sino también por la firmeza de la promesa de Dios (vv. 3 y ss.): «Él te librará, etc.» Se promete aquí:

(A) Que los verdaderos creyentes serán preservados de peligros inminentes que podrían serles fatales (v. 3). Esta promesa se extiende:

(a) A la vida natural y se cumple con frecuencia cuando somos preservados de muchos peligros que nos amenazan muy de cerca. (b) A la vida espiritual, que, por la gracia de Dios, está protegida de las tentaciones de Satanás.

(B) Que Dios mismo será su protector (v. 4): «Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro», lo que alude a Dt. 32:11 (comp. Mt. 23:37). Con su instinto maternal, la gallina no sólo protege a sus polluelos, sino que los llama cuando los ve en peligro para que vengan a protegerse bajo sus alas; no sólo los pone a seguro, sino que les conserva el calor. Dios se complace en compararse a un ave por el sumo cuidado con que protege a los suyos. Plumas y alas, aun extendidas con toda ternura, son débiles y frágiles; por eso se añade: «Escudo y adarga es su verdad»: la fidelidad a su promesa es una fuerte defensa. Dios está dispuesto a proteger a su pueblo como una gallina a sus polluelos, pero tiene poder para ello como un guerrero bien armado.

(C) Que no sólo los guardará del mal, sino también del temor del mal (vv. 5, 6). Con su gracia, Dios nos guarda del temor desconfiado (de ese temor que comporta castigo; 1 Jn. 4:18) en medio de los mayores peligros. La sabiduría te preservará de tener miedo sin motivo, y la fe te preservará de tener un temor desordenado. No temerás ni aun a las saetas, sabiendo que, aun en el caso de que te alcancen, no te pueden hacer daño; si alguna vez llegan a quitarte la vida natural, lejos de perjudicar a tu vida espiritual, le servirán de perfección y corona.

(D) Que serán preservados, en las calamidades comunes, del daño que a otros puedan ocasionar (v. 7): «Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra, ya sea de peste o a espada (comp. Ex. 12:23), mas a ti no llegará.», Cuando vemos morir a muchos en torno nuestro, aun cuando ello pueda servirnos de aviso para estar preparados a morir, no tenemos por qué estar atemorizados, pues no estamos ya sujetos a esclavitud, como muchos, por temor a la muerte (He. 2:15). «Sólo (lit.) con tus ojos mirarás, etc.» (v. 8). Quizás aluda a Ex. 14:3 1.

Versículos 9-16

Más promesas con el mismo objetivo que las anteriores.

1. El salmista asegura a los creyentes que están bajo la protección de Dios, y habla por su propia experiencia.

(A) Describe el carácter de quienes tendrán el beneficio y el consuelo de tales promesas: Son los que han puesto a Yahweh por refugio; al Altísimo, por morada (v. 9), pues al permanecer en el amor, permanecen en Dios (1 Jn. 4:16). Es nuestro deber tener a Dios por morada, para vivir así en El como en nuestra mansión; eso es lo que El desea y a eso nos invita, como a quien le entregan la llave del piso o de la casa.

(B) Para animarnos a hacer de Dios nuestra habitación y esperar hallar en El refugio y satisfacción, el salmista da a entender, en un inciso («que es mi refugio»; lit.), el consuelo y beneficio que él había hallado allí. Como diciendo: «Allí hay sitio para ti, como lo hay para mí.»

(C) Las promesas son seguras para cuantos han hecho del Altísimo su habitación (v. 9b). Les pase lo que les pase, nada puede dañarles (v. 10): «Aunque te sobrevengan angustias o aflicciones, no habrá en ellas verdadero mal, pues procederán del amor de Dios y, así, estarán santificadas; vendrán, no para tu daño, sino para tu bien; y, aunque ninguna disciplina parece al presente ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después, etc. » (He. 12:11).

(D) El Señor de los ángeles, el que les dio el ser y les ordena lo que han de hacer, les dará orden acerca de ti (vv. 11-13), de que te guarden en todos tus caminos, es decir, en las diversas actividades de la vida cotidiana. El tentador (Mt. 4:6; Lc. 4:10, 11) citó dichos versículos del salmo, para incitar al Señor Jesús a que se echara desde el pináculo del templo, pero el salmo ciertamente no da esas seguridades a quien se expone a un peligro temerariamente y sin necesidad, ya que eso no es confiar en Dios, sino tentar a Dios. El salmista cita los animales que simbolizaban los mayores peligros («el león... el áspid... el dragón») para incluir en ellos todo peligro posible. Cristo ha quebrantado la cabeza de la serpiente infernal (Gn. 3:15) y ha despojado a nuestros enemigos espirituales (Col. 2:15). Puede aplicarse al cuidado especial de la Providencia para que no nos dañen las fieras (comp. Job 5:23) y aun para que hallemos los medios de domesticarlas (Stg. 3:7).

2. El salmista introduce después a Dios mismo hablando a los santos palabras de consuelo, y declarando la misericordia que les tiene reservada (vv. 14-16). Obsérvese:

(A) A quiénes pertenecen dichas promesas; se describen mediante tres señales: (a) Los que han puesto en Dios su amor (v. 14); le aman quienes le conocen bien. (b) Los que conocen su nombre (v. 14b). No podemos conocer perfectamente su naturaleza, pero se nos ha dado a conocer por su nombre, y por sus obras. (c) Los que le invocan en oración (v. 15), guardando con El una correspondencia constante.

(B) Cuáles son las promesas que Dios hace a los santos: (a) Que, a su debido tiempo, los librará de su angustia (v. 14); «lo libraré», y, de nuevo (v. 15), denotando una doble liberación: de la angustia y en la angustia. (b) Por tanto, que si no pone fin de inmediato a sus aflicciones, estará presente y muy cerca de ellos mientras pasan por las dificultades. (c) Que responderá a sus oraciones: «Me invocará y yo le responderé mediante los actos de mi providencia y los auxilios de mi gracia, fortaleciendo el vigor de su alma (138:3), como le respondió a Pablo con gracia suficiente (2 Co. 12:9). (d) Que los enaltecerá y dignificará: «Le pondré en alto, a salvo de todo peligro y por encima de la zona tempestuosa, en una roca sobre las olas» (Is. 33:16). Mediante la gracia de Dios, podrán contemplar desde allí, con santo menosprecio y activa indiferencia, las cosas de este mundo, mientras contemplan con santa ambición y concentrado interés las cosas del mundo de arriba. (e) Que tendrán lo suficiente para vivir en este mundo (v. 16): «Lo saciaré de vida larga; continuará en este mundo hasta que haya llevado a cabo la obra para la que vino al mundo y esté completamente maduro para el Cielo. Una persona puede morir joven y, sin embargo, morir llena de días. (1) Que tendrán vida eterna en el otro mundo, con lo que se coronan las demás bendiciones: «Le mostraré mi salvación» (v. 16b). No es probable, sin embargo, que se refiera al otro mundo —nota del traductor—, sino al especial cuidado de la Providencia en los asuntos y peligros de este mundo, pues la vida de ultratumba estaba fuera del objetivo del autor del salmo.
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Gentileza: www.adorador.com

bendiciones.
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