7 de abril de 2008

Momentos de la Reforma: La derrota de la Armada Invencible.


Para fines de del siglo XVI, la Contrarreforma ya se había organizado y el catolicismo recuperaba terreno otrora ganado por los protestantes. Por supuesto, no sería a fuerza del convencimiento, sino de la aniquilación sistemática.

Pero hubo un punto en la historia que definiría el destino de la Reforma, su consolidación o su desaparición.

Desde 1556, reinaba en España Felipe II, de la casa de los Habsburgo, aliados de Roma y archienemigos de los protestantes.

En el apogeo de su poder, decidió invadir Inglaterra, en ese entonces un bastión protestante. Especialmente con ese objetivo, preparó una colosal fuerza naval que fue llamada “La Armada Invencible”.

El 20 de Mayo de 1588 partieron de Lisboa rumbo a Inglaterra, 130 buques, con 8.253 marinos, 2.088 remeros y más 19.295 hombres de guerra.
Las posibilidades británicas eran escasas, pero no la decisión de la Reina Elizabeth I. Lejos de cualquier idea de acuerdo o capitulación ordenó la defensa y convocó a una campaña de oración.

Y lo impensable ocurrió.

Las fuerzas de Felipe II fueron sorprendidas en medio del más terrible de los temporales. Cuentan algunos historiadores que el clima era tan adverso y la confusión de tal magnitud, que las fuerzas españolas fueron dispersadas, al tiempo que algunas de sus naves impactaban entre sí.
Mientras tanto, en la costa inglesa, el clima se mostraba más tranquilo y con vientos mar adentro que favorecían el alcance de los cañones y la maniobrabilidad de sus barcos de menor porte.

La Armada Invencible fue destrozada, de tal manera, que los ingleses tardaron bastante tiempo en darse cuenta de la magnitud de los daños que habían sufrido los frustrados invasores.

Como resultado de esta batalla, cambió el balance de fuerzas hasta hoy en día. Entre otras consecuencias, los ingleses pasaron a dominar los mares, y el destino de desaparición de la Reforma en Europa fue abortado.

Luego de la catástrofe, Felipe II dijo: “Yo envié a mis naves a luchar contra los hombres, no contra las tempestades.”

Por su parte, la Reina Elizabeth I hizo grabar una inscripción que decía: «Dios sopló y fueron dispersados».
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Fuente: El ojo Protestante.
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