Las visiones y misiones en sus inicios se sustentan con Dios mismo y su Espíritu Santo. Pero, .....
13 de noviembre de 2018
EL SACRAMENTO DEL ALTAR O SANTA CENA
Cómo
un jefe de familia debe enseñarlo en forma muy sencilla a los de su casa.
¿Qué
es el Sacramento del Altar?
Es el
verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro SEÑOR Jesucristo bajo el pan
y el vino, instituido por Cristo mismo para que los cristianos lo comamos y
bebamos.
¿Dónde
está escrito esto?
Así
escriben los santos evangelistas Mateo, Marcos y Lucas, y también San Pablo:
«Nuestro Señor Jesucristo, la noche en que fue entregado, tomó el pan; y
habiendo dado gracias, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, y habiendo dado
gracias, la dio a ellos, diciendo: Tomad, y bebed de ella todos; esta copa es
el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros para perdón de los
pecados. Haced esto, todas las veces que bebiereis, en memoria de mí».
¿Qué beneficios confiere el comer y beber así?
Los
beneficios los indican estas palabras: «por vosotros dado» y «por vosotros
derramada para perdón de los pecados». O sea, por estas palabras se nos da en
el Sacramento perdón de pecados, vida y salvación; porque donde hay perdón de
pecados, hay también vida y salvación.
¿Cómo
puede el comer y beber corporal hacer una cosa tan grande?
Ciertamente,
el comer y beber no es lo que la hace, sino las palabras que están aquí
escritas: «Por vosotros dado» y «por vosotros derramada para perdón de los
pecados». Estas palabras son, junto con el comer y beber corporal, lo principal
en el Sacramento. Y el que cree dichas palabras, tiene lo que ellas dicen y
expresan; eso es: «el perdón de los pecados», lo cual significa la renovación
de la comunión con Dios y su Iglesia.
¿Quién
recibe este Sacramento dignamente?
El
ayunar y prepararse corporalmente es, por cierto, una buena disciplina externa;
pero verdaderamente digno y bien preparado es aquel que tiene fe en las
palabras: «por vosotros dado» y «por vosotros derramada para perdón de los
pecados». Mas el que no cree estas palabras o duda de ellas, no es digno, ni
está preparado; porque las palabras «por vosotros» exigen corazones fielmente
creyentes.
El
Art. 10 de la Confesión de Augsburgo señala: «En cuanto a la Santa Cena del
Señor, enseñamos que el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo están
realmente presentes, y son distribuidos y recibidos en la Cena bajo las
especies del pan y del vino».
En la
Santa Cena, Comunión o Eucaristía, el pan y el vino son, a partir de la
consagración, verdadero cuerpo y verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos fortalece en la fe y en la comunión con Dios. Cada vez que compartimos
la Cena del Señor, entramos en contacto con Jesucristo resucitado y recibimos
el perdón de los pecados que nos hace herederos para la salvación por fe en Él.
El mayor amor de Dios se manifiesta en la Comunidad cuando ésta se reúne
alrededor de su mesa y recibe su gracia. Como la Santa Cena es un don dado por
Dios, nosotros creemos que la mesa es abierta y que toda persona bautizada que
crea que ese pan y ese vino son el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de
nuestro Señor, debe ir y recibir el Sacramento, sin importar si es o no miembro
de la iglesia. En la celebración luterana de la Santa Cena tanto el pan como el
vino son recibidos por todos los comulgantes .
A
diferencia de otros grupos protestantes, los luteranos proclaman la Presencia
Real de Cristo “en, con y bajo” los elementos del pan y el vino en la
eucaristía, creencia basada en la promesa que el propio Jesucristo hizo en la
institución de la Sagrada Comunión cuando dijo: «Este es mi cuerpo» y «Esta es
mi sangre» (Mateo 26:26-28). Esto implica que la Santa Cena no es uno símbolo
ni un memorial de la Cena de Jesús y sus discípulos, sino la verdadera carne y
la verdadera sangre de nuestro Señor.
Los
Sacramentos son el regalo que Dios nos dejó en Jesucristo. En ellos nosotros
sólo recibimos por fe, junto a la Comunidad que se reúne en su Nombre. No
hacemos nada más que presentarnos humildemente ante Dios; es Dios quien actúa
regalándonos su amor y dándonos esperanza en un presente y un futuro de
comunión eterna con Él y con nuestros hermanos y hermanas en la fe. En el
Sacramento no importa quién lo administre, ni quien lo recibe, sino la gracia
de Dios que llega a nosotros a través del ministro.
REV.
DR. MARTÍN LUTERO – Gentileza Iglesia Luterana.
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