Las visiones y misiones en sus inicios se sustentan con Dios mismo y su Espíritu Santo. Pero, .....
18 de agosto de 2014
Dónde están los jóvenes predicadores? - Will Graham
Poco a poco, el cristianismo
contemporáneo occidental se está convirtiendo en un movimiento musical de masas
con poca o ninguna predicación que lo acompañe.
La iglesia de Cristo nació en el
mundo con una lengua llameante. Ella tenía algo que decirle a todo el mundo y,
¡oh, cómo lo dijo! Con apasionada certeza y con la audacia del Espíritu Santo,
la iglesia primitiva, rompió toda barrera para plantar la conquistadora bandera
de Jesús en todo el planeta.
Desde entonces, el cristianismo
siempre se ha caracterizado por un espíritu celoso de la predicación que se
atreve a hablar en el nombre del Señor. Cada generación avivada ha producido
una larga lista de celosos voceros celestiales que se negaron a guardar
silencio cuando la gloria del Señor estaba en juego. Pienso en Lutero,
Zuinglio, Calvino, los Puritanos, Wesely, Whitefield, Edwards, Spurgeon y Lloyd
Jones. Se levantaron con fuego en su interior y dieron a conocer los caminos
del Todopoderoso. Eran soldados, héroes y guerreros de la fe.
Así que la pregunta que quiero
hacerte hoy es: ¿dónde están todos los jóvenes predicadores? ¿Dónde están los
jóvenes de esta próxima generación que renuncian a la comodidad mundana para
ser portavoces del Altísimo? ¿Dónde están?
Miro a mi alrededor y, en la
mayoría de las iglesias, encuentro decenas de jóvenes luchando por entrar en el
grupo de alabanza y adoración de la Iglesia. Todo el mundo quiere estar en la
plataforma tocando algún instrumento. Y eso no es, necesariamente, algo malo.
¡Demos gracias a Dios por tales personas! Pero me pregunto, ¿dónde están las
voces proféticas? Me parece que, poco a poco, el cristianismo contemporáneo
occidental se está convirtiendo en un movimiento musical de masas con poca o
ninguna predicación que lo acompañe. La esencia está en vías de desaparición.
¿Dónde está la sustancia?
Confío demasiado en la
providencia de Dios como para creer que Él va a dejar que la luz del Evangelio
se extinga por completo en Europa. Él tendrá siempre sus testigos. Su elección
es segura. Pero es una señal preocupante de estos tiempos que los creyentes más
célebres son jóvenes estrellas de rock cristiano. ¿Qué pasó con los jóvenes
misioneros sin un céntimo que derramaban su sudor, sangre y lágrimas por la causa
de Cristo para prosperar en tierras lejanas? ¿Qué acerca de las almas jóvenes
como David Brainerd (1718-1747) y Robert Murray McCheyne (1813-1843) que
permanecían obstinadamente fieles al mensaje del Evangelio incluso cuando la
muerte vino a llamar a su puerta?
El gigante puritano William
Perkins (1558-1602) también lamentó la escasez de jóvenes que estaban entrando
en el ministerio en el siglo XVI. Citó tres razones principales: 1) los
predicadores tienen que hacerle frente a la persecución, 2) la dificultad que
tiene atender a las obligaciones del llamado del ministerio, y 3) la
insuficiente recompensa financiera dada a los que entran en el llamado. ¡Las
cosas no han cambiado mucho desde hace quinientos años!
Los jóvenes predicadores deben
estar preparados para ser escupidos, amenazados e insultados sin cesar, tanto
por los no creyentes como por los creyentes. Ésta es la suerte que toca a los
testigos de la verdad. Además, deben buscar a Dios fervientemente para oír su
voz y así saber qué hablar en público. Tal búsqueda es intensa, larga,
interminable y, a veces, seca y estéril. Pero al final, Dios viene. Y tienen
que hacer todo esto sin esperar grandes dividendos (de este lado de la tierra).
Muchos tendrán que combinar su ministerio de predicación con un trabajo a
tiempo parcial o a tiempo completo, pero cuando Dios enciende un fuego en el
corazón de uno, este es imposible de resistir.
Oro, constantemente, que Dios
pueda levantar a predicadores jóvenes en nuestras naciones y que una generación
inmersa en la Biblia, pueda ponerse en pie para tomar sobre sus hombros el
manto de la iglesia primitiva. Que todos podamos animar a nuestros jóvenes
predicadores y orar por ellos día y noche. Ellos lo necesitan. Abracémoslos,
lloremos con ellos y sembremos en ellos para que la lengua de fuego de
Pentecostés florezca de nuevo en la tierra.
Traducido por Julian Esquinas - Autores: Will
Graham - ©Protestante Digital 2014.
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