Las visiones y misiones en sus inicios se sustentan con Dios mismo y su Espíritu Santo. Pero, .....
2 de agosto de 2019
YA SOY SALVO ... Y AHORA QUE ? .... Por Carlos Berges, Pastor.
Juan
17:15-16 “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”
Antes
de ser salvos éramos ciudadanos del mundo. Vivíamos bajo su influencia, cultura
y dominio. Pablo lo dice magistralmente: éramos esclavos del pecado. Miopes
espirituales. Ignorantes de que existe una vida mejor. Arrastrados por la
corriente del mundo servíamos al pecado como él nos ordenaba y transitábamos
por una vorágine de placeres carnales y pecaminosos a más no poder.
Ahora
hemos aceptado el regalo de Dios: Jesucristo y su obra de salvación. Ya somos
salvos por Gracia y Misericordia. Ahora debemos saber algo. Debemos aprender a
vivir en este mundo luchando por alcanzar la meta del supremo llamamiento en
Cristo. Vivir en santidad.
Ahora
toca empezar un nuevo caminar. Es una aventura llamada fe. No por vista sino
por fe, dijo el Apóstol. Ahora que hemos puesto la mano en el arado nos toca
poner los ojos en Cristo y olvidar las cosas pasadas. Un nuevo estilo de vida.
Nueva conducta. Nuevo carácter.
Aquí
es donde muchos claudican y se vuelven atrás. Reniegan de su confesión o
simplemente se disfrazan de salvos o cristianos o evangélicos y siguen viviendo
su mismo estilo de vida que tenían antes de llegar a la salvación. No entienden
o no les enseñaron que la conversión a la fe en Cristo Jesús conlleva
compromisos personales que exigen un alto grado de disciplina, identificación y
conocimiento de quién soy ahora. Ignorar esto me puede llevar a la perdición.
Ignorar esto me puede causar traumas espirituales y confusión. Me puedo,
incluso, volver un apátrida celestial y vivir bajo la línea de la mediocridad.
Nada ha cambiado. Sigo siendo el mismo vulgar, malcriado y abusivo de siempre.
Todo porque mis mentores no me enseñaron que hay un cambio implícito que el
Señor espera de mi vida y mi conducta. No soy salvo para vivir como quiera. Soy
salvo para vivir diferente. Y una parte de esto me corresponde hacerlo a mí.
Vivimos
en un mundo dual. Vivimos en un mundo de contradicciones. Vivimos en dos calendarios: Esta edad
presente y el mundo venidero. El reto es saber movernos en este abanico de
alegrías y tristezas que la vida nos presenta.
La vida está llena de paradojas y contradicciones. No importa como lo veamos. La vida cristiana
no es un camino de rosas. Hay espinas y cardos por todos lados.
Nos
movemos en dos direcciones: entre lo material y lo espiritual. Entre lo mortal y lo inmortal. Ser parte de
esta vida es saber que no tenemos un solo camino. Nos movemos entre el “deseo” y el
“debo”. Por un lado deseo algo, por
otro, el deber me impone otra cosa.
Hay
una batalla dentro de nosotros entre el “deseo hacer esto” y el “debo hacer
esto”. Y en medio de todo este contrapunto de emociones, debemos saber que Dios
tiene el control absoluto sobre estas paradojas. Él tiene el control sobre estas emociones que
vivimos diariamente.
La
Biblia nos enseña cómo luchar cada día para enfrentar las paradojas sin que nos
superen sino que siempre estén bajo nuestro control. Cuando conocemos al Dios de la Biblia,
descubrimos que en El están escondidos no solo lo oculto sino también nuestras
disonancias filosóficas y empíricas, nuestros desequilibrios constantes en
contrapunto de emociones que nos llevan a vivir entre lo ordinario y lo extraordinario. Todos nosotros vivimos momentos sin sentido,
incluso con fantasías y sueños locos y sueños cuerdos. Planes que a veces
desarrollamos o fracasamos en el intento.
Pero
la Palabra de Dios nos enseña que Dios nos sostiene en ese zigzag que nos da la
vida, en todas sus intenciones de perplejidad y confusión que a veces se nos
atraviesan en el camino. Acercarnos al Dios Verdadero nos permite acercarnos a
la zarza que no se consume, es decir, entre una realidad que conocemos y una
realidad constante que ignoramos.
Nuestra
vida es la belleza del contraste, el romance de la contradicción, esa locura
del contrapunto que resulta entre lo que vivimos y lo que esperamos, entre lo
que queremos y lo que hacemos, entre lo que reímos y lo que lloramos, entre lo
que amamos y lo que odiamos a la vez.
Como
aquel matrimonio que no logra ponerse de acuerdo en muchas cosas. Él le dice a
ella: “no te entiendo, y ella le responde: no me entiendes, pero no puedes
vivir sin mí”. Esa es la belleza de la contradicción. La belleza de la zarza
que arde y no se consume, es el contraste que vivimos entre lo blanco y lo
negro, entre lo incorrecto y lo correcto y saber que en medio de todo esto está
el Señor, nuestro Dios, ese Dios que habita en medio de nuestras lágrimas, en
medio de nuestras alegrías, en medio de nuestros sueños, anhelos y esperanzas.
En medio de nuestros temores. La vida
está llena de tensiones, de disonancias y aprender a vivir en medio de todo
esto que nosotros mismos provocamos con aquellas decisiones del pasado que aún
nos alcanzan sus efectos dolorosos o vergonzosos. Es esa realidad que no
podemos evadir, que nos atrapa en sus redes, que son parte de la realidad que
no podemos soslayar y pretender, como el avestruz, esconder la cabeza entre las
cosas del mundo para pensar que el problema no existe…
Esta
vida ordenada por Dios es para encontrarnos con El. Es la realidad de nuestro existir, en esos
momentos de bipolaridad entre lo amargo y lo dulce que todos atravesamos para
dejar que sea Él quien tome el control de todo, ya que sus tiempos son tiempos
de ternura, de gracia, de lino, de caricias para que sepamos que la lucha no es
una lucha por la muerte sino por la vida, la vida eterna…
Escribo
esto para algún lector que está pasando momentos como estos, donde tiene la
sonrisa de sus hijos o tal vez el adiós de alguno de ellos. Donde tiene tal vez la mirada dulce de su
cónyuge o el adiós para siempre cuando
le dice que ya no quiere vivir con usted. Escribo esto para alguien que está
batallando con un vicio escondido que lo subyuga constantemente y no lo deja en
paz. O quizá para alguien que está peleando contra el cáncer, o contra ese
monstruo escondido en lo secreto de su alma que lo enoja sin tener motivos y
que ofende a quienes más ama. O para alguien que anhela encontrar la esperanza
de una nueva voz que le arrulle en sus noches de soledad, que necesite el
abrazo de un nuevo amigo, o la seguridad de un nuevo empleo. Dios conoce sus dolores.
Dios sabe de sus lágrimas secretas. Dios esta con usted cuando llora por las
noches y moja su almohada con la angustia de saber que mañana no tiene para el
pan, de saber que seguramente su hija no regresó a dormir después del colegio.
Dios sabe todo eso y mucho más. Sabe de sus temores, sus inquietudes y sus
momentos de terror nocturno. Porque El conoce la vida. Porque Él también caminó
por este sendero de dolor y miseria. Y lo hizo para poder entendernos a
nosotros, pobres mortales de polvo que pretendemos creer que tenemos derecho a
vivir en otra dimensión.
Todo
esto nos enseña que Dios está con nosotros en todas estas bipolaridades de la
vida, Dios está allí en sagrados encuentros para bendecirnos y levantarnos. Dios esta con usted que lee estas
líneas. El sigue siendo Dios aún cuando su vida esté atravesando momentos
de disolución y de angustia…
Nuestro
Dios nos lleva de la mano mientras caminamos por ese túnel oscuro en busca de
la luz al final del mismo. Es posible
que usted como yo, estemos pasando momentos difíciles, pero es en esos momentos
que podemos descubrir un nuevo sentido del amor no pasional sino como una
dimensión más real. Un amor que antes no concebíamos porque no lo conocíamos.
Es el regalo más grande que nos han hecho. Nos regalaron a un Hijo que sufrió
por nosotros. Lloró por nosotros y se entregó a la muerte de la cruz por
nosotros.
Sí, ya
somos salvos y ahora nos toca enfrentar los retos de este mundo en que vivimos
y demostrar que ya no somos los mismos. Que Alguien ha ingresado en lo profundo
de nuestro ser para motivarnos a vivir en otro mundo, el mundo de la fe, el
mundo de lo invisible pero visible al mismo tiempo. Es una dualidad que no se
entiende a menos que se viva.
Ahora
entendemos lo que dijo nuestro Maestro: “No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal”.
Gentileza:
La Prensa Cristiana - Por Carlos Berges – Pastor.
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