Las visiones y misiones en sus inicios se sustentan con Dios mismo y su Espíritu Santo. Pero, .....
16 de abril de 2019
SACERDOTES. – Por Carlos Berger.
Lev.
6:12 “El fuego del altar se mantendrá encendido sobre él; no se apagará, sino
que el sacerdote quemará leña en él todas las mañanas”
Los
matrimonios fallan por muchas razones. Especialmente los que ignoran las reglas
del juego que Dios puso para esa hermosa institución. Los hombres,
especialmente, van al altar y hacen juramentos que ni ellos mismos se creen. La
prueba es que aún entre los cristianos la taza de divorcios incluyendo
pastores, está aumentando cada día.
No es
un secreto que la Iglesia está recibiendo cada día a más madres solteras,
abandonadas o divorciadas llevando en sus manos hijos que están creciendo sin
padre. Y no hay manera de detener este flagelo a menos que nosotros mismos, los
pastores y líderes, pongamos nuestras barbas en remojo.
¿En
dónde está el problema? En no saber cuál es el papel vital -sí, vital-, del
hombre que está a punto de iniciar un hogar. La Biblia tiene los parámetros
indicados para que el varón sepa a qué se va a enfrentar cuando salga de la
iglesia, de la fiesta, se quite su smoking y al día siguiente empiece a
funcionar en el papel que Dios le ha asignado desde el momento en que tomó a
una mujer como esposa.
De lo
que estoy hablando es que ese hombre, lo sepa o no, en ese instante en que hace
sus votos, se convierte en un sacerdote del hogar que está empezando a fundar.
Pero, ¿qué hace un sacerdote según la Palabra de Dios? Porque es bonito y
agradable ser rey, tener linaje, ser escogido, ser salvo y cantar himnos y
servir en el diaconado o el parqueo de la iglesia. Incluso es agradable tener
un ministerio, predicar y que la gente caiga con la unción que le ponemos a
nuestro mensaje. Pero nadie se ha atrevido a cumplir la primera función:
Sacerdotes.
Según
la Biblia, el papel del sacerdote es importantísimo: Representa a Dios ante el
pueblo y al pueblo ante Dios. Es decir, es su representante. Ademas de eso, es
el responsable de presentar los sacrificios en el Altar. Es el responsable de
mantener el fuego encendido del altar el cual nunca debe apagarse. “Pues los
labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la
instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos”,
dijo el profeta. El esposo es el responsable de mantener el fuego de la
Presencia divina en el hogar. Es el vocero de Dios ante su familia. Por eso
Pablo le dijo a las mujeres de Asia: “si quieren saber algo sobre la Palabra,
pregúntenle a sus esposos en casa”. No dijo a los diáconos ni a la hermanita de
la vecindad.
¿Sabe
su esposa si tiene a su lado a un sacerdote de Dios? ¿A alguien que intercede
cada madrugada por su familia? ¿Tiene el esposo un lugar secreto donde reunirse
cada mañana a poner la leña sobre el altar para que el fuego no se apague? ¿Hay
en ese hogar un sacerdote que busca las respuestas bíblicas que la familia
necesita? ¿Està usted, querido siervo, representando a Dios ante los suyos? ¿O
solo ante su congregación que no lo conocen realmente? Porque no nos engañemos:
Ante los demás podemos ponernos máscaras según la ocasión. Pero ante nuestro
cónyuge e hijos no podemos fingir.
Esto
rompe paradigmas. Creemos que formar un hogar y luego una familia es asunto de
sexo y otras cosas. No, queridos hermanos míos. Ser esposo va más allá de ser
un simple hombre que llena estómagos pero deja vacíos en el alma y el corazón
de su esposa y sus hijos. Ser esposo es mucho más que salir cada mañana a
trabajar y regresar en la noche a exigir respeto, dando gritos y portazos a
diestra y siniestra. Ser esposo es un traje que a muchos nos queda muy apretado
si no estamos cumpliendo nuestro deber como sacerdotes del hogar.
El
papel de sacerdote del hogar es lo que hace que la bendición de Dios llene un hogar.
Es la falta del tal que hace una diferencia entre casa y hogar. Hay muchas familias que tienen casa,
pero no tienen hogar. La casa son las paredes, lo que hay dentro de ellas es el
hogar. Es el fuego y el calor de la amistad. Es el respeto que emana de la
Presencia Divina hacia los que forman ese hogar. Es el cariño entre los padres
y los hijos. Es la oración diaria no solo por las comidas sino la oración en el
lugar secreto. Y es en ese lugar secreto en donde solo el hombre de la casa y
Dios se reúnen cada mañana para ponerse de acuerdo con los retos del dìa. Es en
donde el hombre que va a salir a trabajar pone bajo el cuidado del Altísimo a
su esposa e hijos. Es allí en donde el
hombre pide la protección del Señor por las tentaciones que enfrentará en las
calles y en la oficina, incluso en la iglesia.
Ser
esposo es ser sacerdote de una mujer e hijos que dependen de su conducta, de su
comunión con Dios y con su relación íntima y privada con el Todopoderoso, para
que no falte la provisión diaria de pan, de vestido y abrigo. Nuestro deber,
hombres casados, es mantener el fuego del altar encendido cada mañana. Que no
se le apague el fuego en su altar entonces, querido amigo.
Por
Carlos Berger – Pastor general Iglesia de Cristo Visión de Fe.
Gentileza;
La Prensa Cristiana.
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