Las visiones y misiones en sus inicios se sustentan con Dios mismo y su Espíritu Santo. Pero, .....
27 de noviembre de 2012
Prejuicios que te quieren frenar.
Las personas en ocasiones tienen prejuicios en cuanto a tu
persona, piensan de ti de acuerdo a sus ideas , pero no te conocen realmente
como Dios te conoce.
Cuando Jesús se encontraba en su ministerio público, fue a
visitar su ciudad natal, Nazaret, y dice la biblia que:
“hizo sólo unos pocos
milagros allí debido a la incredulidad de ellos” (Mt. 13:58). Éste problema
surgió porque en su ciudad no podían verlo con fe genuina, el hecho de haberlo
conocido desde pequeño les produjo un menosprecio hacia su persona. Por eso no
se manifestaron muchos milagros, sin embargo, hubo algunos milagros, eso nos
dice que solo aquellos que no tienen prejuicios y no cierran su mente y corazón
al obrar de Dios, pueden recibir bendiciones, no importando a quién Dios
utilice.
Cuando podemos reconocer que alguien tiene algo especial de
Dios, no debemos interponer ningún prejuicio, la unción tiene algo especial que
no se puede imitar con gritos, ni pantomimas de ningún tipo, cuando alguien
tiene de Dios se manifestará genuinamente y no debemos cerrar el corazón..
Todo lo que hay en nosotros, los dones, la capacidad y
unción, se manifestará de distintas formas, y muchas, muchas veces te
encontrarás con personas que no querrán recibirla, se enojarán contigo por
envidia y te menospreciarán porque reconocen que algo grande hay en ti. Y ellos
al intentar sentirse superiores, te despreciarán.
Parece ser que estas actitudes se ven más claramente entre
quienes nos conocieron desde hace tiempo, o tienen algún tipo de relación
cercana. Jesús, como profeta, lo resumió así: «Un profeta recibe honra en todas
partes menos en su propio pueblo y entre su propia familia» (Mt. 13:57 NTV)
Las personas en ocasiones tienen prejuicios en cuanto a tu
persona, piensan de ti de acuerdo a sus ideas e imaginación preconcebidas, pero
no te conocen realmente como Dios te conoce. Su trato hacia ti puede llegar a
condicionarte si no estás bien firme en tu visión y convicción acerca de quien
eres. Ellos generalmente te hablan y te hacen sentir lo que ellos creen de ti.
Su forma de actuar te quiere adaptar a su idea, pero cuando eso sucede, es
porque ellos se sienten limitados en sus propias capacidades. No pueden
concebir que alguien que se encuentra “cerca de ellos” o “hablando con ellos”
pueda llegar a lograr cosas grandiosas.
No permitas que nadie te catalogué, te encuadre en un molde
acerca de tu personalidad o capacidad. Es muy probable que te toque tratar con
gente que no comprenderá tu potencial ni talentos. Los que pueden verlo, serán
solo un pequeño puñado, en algunos ocasiones, tal vez sea una, o ninguna
persona.
Nadie que no tenga fe podrá contagiarte fe. Nadie sin visión
te podrá contagiar ser visionario, nadie sin espíritu emprendedor te podrá
empujar a alcanzar más. Corre tu visión del árbol y mira el bosque. En estos
tiempos aprendí algo mirando una semilla. Una semilla no es un árbol, ni un
bosque, es más que eso, una semilla son infinitas posibilidades. Una semilla no
tiene fin. Pero también me di cuenta que las semillas pueden quedar en
semillas, e incluso morir y no dar jamás fruto. Tu vida es una semilla, dala y
siémbrala. Cree que se puede, cree que es posible, cree que se te abrirán
puertas, cree por mucho más, se excelente, haz lo mejor que puedas, capacítate
y aférrate al Señor porque Él te dará la salida a cada problema y te guiará,
paso a paso, por el camino que debes andar.
¿Cuál es tu sueño mayor? Tal vez esta sea la parte más
difícil para algunos, pero no imposible. A su tiempo la luz llegará.
Puedes llegar a más de lo que te imaginas. Por eso todo
depende de lo que crees y piensas acerca de ti, de que formas consideras las
circunstancias que te rodean. Hay una frase dicha por Jesús, desafiante y
esperanzadora: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.
Parece simple, pero a
esta fe y pensamiento se le interponen una montaña de prejuicios y paradigmas
que nos limitan, sobre todo, de la gente que nos rodea. Pero nada de lo que
diga, cualquiera sea esa persona, puede cambiar lo que el más grande de todos
dice de ti.
Por Esteban Correa es Autor de numerosos artículos
cristianos, reflexiones y libros online.
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