Las visiones y misiones en sus inicios se sustentan con Dios mismo y su Espíritu Santo. Pero, .....
9 de febrero de 2019
EN TORNO A LA IDENTIDAD CRISTIANA - Por Máximo García Ruiz.
(Máximo
García Ruiz, 31/01/2019) El tema de la identidad evangélica ha sido planteado y
debatido el pasado fin de semana por un variado elenco de representantes del
mundo evangélico español. Sin haber tenido acceso a las ponencias presentadas y
antes de conocer las conclusiones adoptadas, que espero sean sustanciosas y
provechosas, pretendo plasmar mis propias reflexiones sobre el alcance de la
identidad cristiana.
Los
judíos que escuchaban a Juan el Bautista, sorprendidos por lo que decía y por
la vida que llevaba, le preguntaron: “¿Quién eres tú?”, una pregunta incisiva
que se interesa directamente por la identidad del Precursor. Si hacemos nuestra
la pregunta, nos sitúa ante el espejo que indaga por el alcance de nuestra
propia identidad cristiana.
Se necesitan
cristianos con identidad cristiana, por encima de otras identidades
denominacionales que hablen un lenguaje inteligible para una sociedad altamente
secularizada
Es
notorio que la sociedad moderna vive una profunda crisis de identidad. Crisis
de identidad como ciudadanos, crisis de identidad en el terreno político,
crisis de identidad en el terreno religioso, crisis de identidad en el ámbito
de la familia y crisis de identidad en la esfera personal. Todas estas crisis
se interrelacionan entre sí y definirlas requeriría dedicarles un amplio
espacio y atención. Nos limitaremos en esta ocasión a hacer algunas reflexiones
en lo que afecta a la crisis religiosa en su dimensión cristiana, tratando de
enmarcar lo que tiene que ver con la identidad. Para ello partimos de una
especie de axioma que resalta la primacía del ser sobre el hacer; el ser tiene
primacía sobre el actuar, una idea concorde con la exigencia central del
Evangelio.
Si
hablamos de ser cristiano es evidente que la definición suprema de lo que esto
significa se centra en ser como Cristo o, al menos intentar serlo. La cuestión
de fondo es determinar qué alcance tiene ese ser como Cristo. Podemos señalar
algunos rasgos, una vez dada por supuesto la experiencia personal de conversión
experimentada y vivida desde diferentes ámbitos eclesiales, que definen el ser
cristiano.
1.
Amar vs. odiar
2.
Servicio vs. poder
3.
Sencillez vs. orgullo
4.
Humildad vs. certezas absolutas
5.
Amistad vs. confrontación
6.
Tolerancia vs. imposición
7.
Compartir vs. acaparar
8.
Acogida vs. rechazo
Estos
rasgos definitorios del ser cristiano podrían reducirse a uno solo: vivir el
evangelio en toda su integridad y humanidad. Una parte ad intra y otra ad
extra. Se trata de buscar un equilibrio entre lo que somos y lo que hacemos.
Todo desequilibrio cristiano proviene de cargar demasiado en uno de los
extremos, el humano o el divino.
Trasladado
a un terreno personal, se trata de redescubrir y desarrollar el don que Dios ha
dado a cada cristiano, teniendo siempre presente los rasgos y características
de la colectividad, proyectado en y desde la comunidad de creyentes. En otras
palabras, revitalizar la comunidad de creyentes con el propósito de servir
mejor a la comunidad social. Para ello, el cristiano tiene que proyectarse
hacia la sociedad civil y aprender a leer e interpretar los signos de los
tiempos a fin de poder contribuir a dar respuesta a las nuevas demandas de la
sociedad, con el objetivo de construir un mundo más justo; más humano y más
divino. El cristiano, la Iglesia, tienen que hacerse entender.
En
determinados sectores se viene hablando de cristianos sin iglesia, pero ya
comienza a hablarse también de iglesias sin cristianos. La pregunta es: ¿Qué
podrá decirle la iglesia a la sociedad, cuando no sea capaz de hablar a sus
propios fieles? Se necesitan cristianos con identidad cristiana, por encima de
otras identidades denominacionales que hablen un lenguaje inteligible para una
sociedad altamente secularizada.
La identidad
cristiana se mueve en la actualidad en varios frentes a la hora de hacerse
visible en la sociedad, que podemos sintetizar en tres:
1.
Aferrarse a la tradición eclesial manteniendo un lenguaje obsoleto y una
simbología religiosa ininteligible para la sociedad moderna, ajena a lo que
ocurre fuera de sus muros. (Resulta llamativo que un colectivo de cristianos
evangélicos haya desempolvado como una aportación moderna (¿) para las nuevas
generaciones, ¡la versión de 1909 de la biblia Reina-Varela!).
2.
Buscar e incentivar lo religioso espectacular: apariciones, milagros, grandes
concentraciones…
3. La
encarnación eficaz de la experiencia cristiana en el contexto social y
político, tomando conciencia de la incompatibilidad entre el ser cristiano y la
injusticia social de nuestras sociedades.
Es
evidente que se plantea tensión entre las diferentes formas de afrontar la
identidad cristiana. Por utilizar el lenguaje secular, se trata de una
confrontación entre conservadores y progresistas. Se trata de formas diferentes
de relacionarse con el mundo moderno a partir de distintas concepciones de lo
que es y debe ser la comunidad de creyentes, lo cual plantea la existencia de
posturas cristianas distintas que no resulta sencillo armonizar. Una se centra
más en conservar las tradiciones y salvaguardar la moral conforme a unos
estrictos moldes doctrinales, centrando su mensaje en “traer” a la iglesia a
los pecadores para investirles de la gracia divina; la otra, mira más al
exterior procurando ser un fermento profético de cambio social desde la
proclamación de un evangelio liberador.
Por
consiguiente, el reto, la respuesta a esa demanda de ser cristiano, es traducir
la fe al lenguaje de una sociedad secularizada y vivir esa fe en medio de los
conflictos y demandas del mundo contemporáneo.
Autor:
Máximo García Ruiz. Enero 2019 / Edición: Actualidad Evangélica
*MÁXIMO
GARCÍA RUIZ, nacido en Madrid, es licenciado en Teología por la Universidad
Bíblica Latinoamericana, licenciado en Sociología por la Universidad Pontificia
de Salamanca y doctor en Teología por esa misma universidad. Profesor de
Historia de las Religiones, Sociología e Historia de los Bautistas en la
Facultad de Teología de la Unión Evangélica Bautista de España-UEBE
(actualmente profesor emérito), en Alcobendas, Madrid y profesor invitado en
otras instituciones. Pertenece a la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Ha
publicado numerosos artículos y estudios de investigación en diferentes
revistas, diccionarios y anales universitarios y es autor de 21 libros y de
otros 12 en colaboración, algunos de ellos en calidad de editor.
Gentileza: Actualidad Evangélica.
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